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viernes, 23 de enero de 2009

Megafonos de Cristo

Leer | 1 Tesalonicenses 1:1-10
¿Ha asistido usted alguna vez a un evento deportivo de nivel profesional? ¡Es una experiencia surrealista! Uno está junto a decenas de miles de personas que animan y gritan lo más alto que puedan, como si sus gritos sirvieran, para llevar a sus equipos a lograr la victoria.
¿Cuántos cristianos conoce usted que tengan una fe tan intensa o tan apasionada? ¿Con qué frecuencia proclama usted la fe salvadora de Jesucristo de la manera tan ruidosa que proclaman los fanáticos del fútbol su fervor?
En su carta a la iglesia en Tesalónica, Pablo se regocija por la pasión de la joven congregación de hablarle a todo el mundo de Cristo. Por ser una ciudad portuaria, el apóstol sabía que la iglesia podía hacerse escuchar desde allí por todo el mundo. Los viajeros podían escuchar el evangelio, y luego llevarlo a sus comunidades.
Al decir que la palabra del Señor se había “divulgado” desde la iglesia, Pablo ofrece una imagen excelente (1 Ts. 1:8). Mucho antes de que hubiera micrófonos y altoparlantes, se utilizaba un instrumento largo y curvado, conocido como tabla sonora, para amplificar la voz de los oradores públicos. ¡Pablo estaba alabando a los tesalonicenses por ser megáfonos vivientes que proclamaban a Cristo!
Si usted es un “fanático” de Jesús, tiene entonces la responsabilidad de compartir con el mundo lo que Él es y lo que ha hecho. ¡Grítelo desde las azoteas! ¡Llene la totalidad de los estadios con el estruendo de su alabanza! Asegúrese de que todos los que le rodean sepan quién en su Salvador.