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jueves, 15 de septiembre de 2011

¡No me siento digno!


Estoy seguro que en algún momento de tu vida cristiana te has sentido indigno de hacerte llamar hijo de Dios, quizá por tus recurrentes errores o faltas, quizá por alguna área de tu vida que no has podido superar y se ha convertido en tu aguijón o porque crees que eres demasiado malo o mala como para hacerte llamar de esa forma.

Y es que no vamos a negar que todos quisiéramos hacer bien las cosas, no vamos a negar que la intención de agradar a Dios está en nosotros, pero por alguna razón nos cuesta un mundo llevar a cabo su voluntad o por lo menos dejar de fallarle.

Yo sé que es ese sentimiento que nos embarga a la hora de hacer algo que consideramos que no teníamos que hacer. Sé lo que se siente prometer a Dios no hacer eso otra vez y volverlo a hacer. Sé lo que se siente ver como Dios a pesar de nuestros continuos errores sigue siendo Fiel a nosotros.Estoy seguro que en esos momentos en donde te sientes que no eres digno de seguir a Dios, ni mucho menos de llamarte su hijo, vienen una cantidad de pensamientos a tu mente tales como: “¡Que hipócrita eres!”, “¡Eres un caso perdido!”, “¿Otra vez?, ¡Dios ya está cansado de ti!”, “¡Eres un fracasado!”, “¡Ni vergüenza tienes de venir delante de Dios!”, “¡No mereces nada de lo que Dios te da!” y muchísimas frases parecidas a esas o que llevan el fin de aumentar tu sentimiento de indignidad.

Y es que tienes que entender que el enemigo de nuestras almas buscara la mínima oportunidad para minar tu mente con un sinfín de pensamientos negativos que lo único que querrán hacer es alejarte mas y mas de Dios.
¡Muestra no dándote por vencido que eres digno de Él!

“Con este fin oramos siempre por ustedes, pidiendo a nuestro Dios que los haga dignos del llamamiento que les hizo, y que cumpla por su poder todos los buenos deseos de ustedes y los trabajos que realizan movidos por su fe. De esta manera, el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por causa de ustedes, y él los honrará conforme a la bondad de nuestro Dios y del Señor Jesucristo”.

2 Tesalonicenses 1:11-12 (Dios Habla Hoy)

Autor: Enrique Monterroza