Image Hosted by ImageShack.us

viernes, 19 de febrero de 2010

EL CUMPLEAÑOS


La siguiente historia tuvo lugar en Rusia, en los años 70. Esa noche Liuba festejaba sus cinco años. Su padre estaba en la cárcel a causa de su fe. Desde hacía algunos días su madre pensaba como podría orientar ese día para que los niños sintieran menos dolorosamente la ausencia de su padre. Sólo podía ofrecerles patatas con un pedacito de tocino. Felizmente recibieron una carta de su padre.

Antes de empezar la cena, se dirigieron al Señor: “Señor Jesús, oró la pequeña Liuba, cuida de nuestro papá para que vuelva bien de salud. Bendice también a mamá, cuando papá estaba con nosotros, siempre nos traía chocolate para nuestro cumpleaños. Contamos contigo para que nos los mandes. Amén”.

Los mayores se rieron de su hermanita, pero su madre mandó que dejasen de reír. De repente se oyó golpear la puerta. ¿Quién podría llegar a esa hora tan tarde? Era un viejo amigo, contó como se sintió impelido sin saber por que, a ir al almacén para comprar una tableta de chocolate. “!Hurra!, exclamó Liuba, Jesús contestó mi oración. Estupefacto, el amigo escuchó feliz.

Dos semanas más tarde, el padre leía a sus compañeros de prisión una carta de su mujer en la que evocaba el cumpleaños de Liuba. Esta misiva les traía consuelo y una nueva razón para esperar. Les mostraba el poder de un Dios que vela, hasta en los detalles más pequeños, sobre aquello que confían en Él, y particularmente en los momentos difíciles.

miércoles, 3 de febrero de 2010

PARA NO OLVIDAR!!!!


"CAMPAMENTO DE MUJERES 2010"
LOS DIAS 26,27 Y 28 DE FEBRERO
LUGAR: EL SEMBRADOR, MAXIMO PAZ
COSTO: $75
LUGAR DE SALIDA: PTE PERÒN 598, EL VIERNES 26 A LAS 18:00HS
PARA MAYOR INFORMACION:EMBAJADORESDEEZEIZA@HOTMAIL.COM

lunes, 1 de febrero de 2010

El testimonio del chino convertido


Un chino que se había convertido dijo:

Estaba caído en un pozo, casi ahogado por el barro, clamando que alguien me ayudara.

En eso apareció un anciano de aspecto venerable que me miró desde arriba y me dijo:

-Hijo, este es un lugar muy desagradable.

-Sí que lo es. ¿No puede usted ayudarme a salir?

-Hijo mío, me llamo Confucio. Si hubieras leído mis obras y seguido lo que ellas enseñan, nunca hubieras caído en el pozo.

Y con eso se fue. Pronto vi que llegaba otro personaje, esta vez un hombre que se cruzaba de brazos y cerraba los ojos. Parecía estar lejos, muy lejos.

Era Buda, y me dijo:

-Hijo mío, cierra tus ojos y olvídate de ti mismo. Ponte en estado de reposo. No pienses en ninguna cosa desagradable. Así podrás descansar como descanso yo.

Mí, padre, lo haré cuando salga del pozo. ¿Mientras tanto?...

Pero Buda se había ido. Yo ya estaba desesperado cuando se me presentó otra persona, muy distinta. Llevaba en su rostro las huellas del sufrimiento, y le grité:

-Padre, ¿puedes ayudarme?

Y entonces bajó hasta donde yo estaba. Me tomó en sus brazos, me levantó y me sacó del pozo. Luego me dio de comer y me hizo descansar. Y cuando yo ya estaba bien no me dijo: "No te caigas más", sino "Ahora andaremos juntos". Y desde entonces andamos juntos.

Así contaba el chino la historia de la compasión del Señor Jesucristo.